domingo, 19 de octubre de 2008

En el Paseo del Buen Pastor, de Córdoba, el 17 de octubre de 2008 se inauguró la muestra "Ángeles", de Juan Carlos Antuña. Acá hay fotos de la inauguración. (Por ahí andan el "turco" Miguel Sahade, Aldo Peña, Sarita Picconi, Theo Hepp...) Para la muestra, Juan habilitó la siguiente página: http://angelesjuanantuna.blogspot.com.














En una pared de la sala y en el catálogo, figuraba el siguiente comentario:


Ángeles

En artes visuales es difícil acceder a la obra completa de un artista; siempre conocemos un fragmento. La obra completa de Antuña (o el fragmento que yo conozco) tiene ciertos rasgos generales que en la muestra “Ángeles” vuelven. Menciono tres: la variedad, la honestidad y la riqueza artística.
Aunque suene paradójico, la variedad es una característica permanente en la obra de Antuña: variedad en materiales, en imagen, en temática. El mismo espectador que pudo ver encastres lúdicos y completamente abstractos en el Genaro Pérez, allá por 2001, se encuentra ahora con obras figurativas de contenido político. La búsqueda no termina nunca y puede tomar el rumbo más inesperado, incluso para el mismo autor. La próxima obra de Antuña es imposible de adivinar. Se diría que él trabaja en una zona de equilibrio entre lo nuevo y lo tradicional: no especula con fabricarse un estilo personal, poniendo límites forzados a la exploración creativa; sin embargo no valora la novedad por sí misma.
La honestidad es una cualidad ética, no estética, pero en el arte esa distinción es inútil, porque lo ético forma parte del contenido de la obra. Antuña es lo contrario del artista-vedette; es una suerte de laburante del arte. Y aunque habla “desde el llano”, con cierto perfil bajo, sostiene una postura ética y política fuerte. Los “Ángeles con las manos cortadas”, presentados en esta muestra, son un ejemplo.
En el arte, sin embargo, la mera exposición de ideas u opiniones es insuficiente: la forma de decir algo es por lo menos tan importante como aquello que se dice. Y eso varía de obra en obra. Podemos comentar la muestra, entonces.
Las esculturas de “Ángeles” pueden agruparse en dos conjuntos: “Ángeles con las manos cortadas” (piezas blancas en resina, de gran formato, con retratos fotográficos de personalidades conocidas) y las demás obras (construcciones y cajas, sobre todo en madera).
Los “Ángeles con las manos cortadas”, en realidad, son una sola obra, salvo que compuesta de un número variable de piezas. ¿Qué tienen en común Arturo Umberto Illia, Jorge Cafrune, Manuel Belgrano, Lisandro de la Torre, Agustín Tosco y el Monseñor Angelelli? “Ángeles con las manos cortadas”, me parece, es una elegía, un lamento por una serie de esperanzas o proyectos que en algún punto se abortaron, lo cual remite a la complicada y lastimada historia del país. Ese lamento, sin embargo, funciona también de modo afirmativo, como defensa de una heterogénea utopía nacional. Me parece interesante la tensión entre la unidad total de la obra y la relativa independencia de las partes, que podrían ser menos, o más, o cambiar de lugar: así funciona la sociedad.
Las demás obras representan ángeles pero desde otro punto de vista, no elegíaco sino más bien irónico: ángeles que depositan votos. Quizá lo más notable en esta serie es la inventiva con respecto al uso del espacio, los materiales y los medios de representación. Por ejemplo, en obras tridimensionales aparecen recursos netamente gráficos –dibujos, líneas, contornos positivos y negativos, además de texturas y colores–, sin que se debilite el carácter escultórico de la totalidad. Antuña dice que en estas obras partió de la idea de “teatrito pobre”; eso le ha permitido manejar el espacio como una puesta en escena del acto político de votar, salvo que con intersticios y aberturas que remiten a otros espacios, más o menos ocultos por detrás de lo que vemos.
La muestra “Ángeles”, en síntesis, no es una mera suma de obras independientes, sino que está pensada y ejecutada como unidad. Dos elementos vinculan todo: visualmente, la imagen simbólica del ángel; conceptualmente, la carga política.

Andrés Cabeza
2008-octubre